miércoles, 17 de septiembre de 2008

Odio y Religión

"Sabes que tu dios es una invención humana cuando es intolerante con la misma gente que tu."
Anónima

Anteriormente en este blog he discutido la imposibilidad de la existencia de dios y la infactibilidad de las religiones como sistema de convivencia humana a partir de la lógica, la filosofía y la ciencia. Hoy voy a enfocarme a un punto muy distinto: la inseguridad humana, que degenera en miedo, que se convierte en odio. 
Estoy convencido de que dentro de la masa religiosa, la gente que cree debido a una profunda reflexión es mínima, insignificante. El resto participa de una religión ya sea por tradición familiar, pereza intelectual ó bien por una ilusión de seguridad. Para ilustrar mi punto les presento la famosa Apuesta formulada por Blaise Pascal, en la que defiende que creer en dios es la apuesta más segura. Recordemos que Pascal, aunque si bien nunca estuvo concvencido de la existencia de un dios, creía firmemente en la moral cristiana y sostenía que creer en dios siempre resultaría benéfico, concepto que expone de ésta manera:

La Apuesta de Pascal
Posibilidad No.1: Dios existe y crees en el: entonces, tu alma se salvará.
Posibilidad No.2: Dios no existe y crees en el: en cuyo caso, no pasa nada.
Posibilidad No.3: Dios no existe y no crees en el: una vez más, no pasa nada.
pero...
Posibilidad No.4: Dios existe y no crees en el: prepárate para arder en el infierno.
Por lo tanto, creer en dios, con un 75% de posibilidad a favor, es la apuesta más segura.

Suena bien, ¿no?
...
No. La apuesta de Pascal está mal porque:
1.- La posibilidad No.2 no considera lo que creer sin fundamentos supone. Someterse voluntariamente a una vida de negación intelectual, de dogma y fe ciega, de negación de la vida y aceptación de la esclavitud es una opción que ningun hombre sensato consideraría viable.
2.- Revisar la cita de Homero Simpson en el post Great Thinkers on God and Religion (Part II). ¿Qué tal si creemos en el dios equivocado? en la posibilidad No.4 vemos un error común y frecuente, la apuesta de Pascal supone la existencia del intransigente  dios judeocristiano que, aun siendo todo amor, no le tiembla la mano para condenar a los objetos de su creación y responsabilidad a una eternidad en las llamas del infierno. ¿Qué tal si el dios en cuestión fuera alguno de las otras 57,950 religiones de la tierra y que no necesariamente tienen la premisa de la condena eterna?

Ahora bien, revisemos una apuesta bastante más inteligente formulada por George Smith, brillante defensor del ateísmo, en 1979:

Apuesta de Smith
  • Posibilidad No.1: Dios no existe;  caso tal en el que los beneficiados serán los ateos y perderán los creyentes, pues  habrán desperdiciado su vida alabando a una quimera y renegando de la realidad humana.
  •  Posibilidad No. 2: Dios es impersonal (deísmo); un dios creó el universo pero lo dejó a la deriva, su creación le es indiferente. Una vez más ganan los ateos, pues lo creyentes habrán desperdiciado su vida alabando a una deidad que ni premia ni castiga, a la que simplemente no le interesamos.
  • Posibilidad No. 3: Dios existe y es un ser moralmente superior; en éste caso, los ateos no serían castigados pues habrían cometido un honesto error de conciencia. Si dios nos dotó de razón e inteligencia, sabrá entonces que la lógica lleva invariablemente al ateismo, mientras que la fe ciega y deshonesta (una apuesta segura) sería vista por el como un pecado de lo peor.
  • Posibiliad No.4: Existe el Dios judeocristiano; en cuyo caso dejémonos de creyentes y ateos, pongámonos a llorar todos... Un dios ética y moralmente reprobable como éste, que castiga a todo aquel que se atreva a dudar de el en base a la lógica y razón de las que él mismo nos dotó, es víctima de una insufrible e infantil vanidad. A el únicamente le importaría la fe ciega e irracional, además de que, siendo evidentemente poco confiable (y disfrutando como lo hace del dolor humano) seguramente sería capaz de traicionar y decepcionar a su grey sin mayores miramientos. Nadie, pero nadie, estaría a salvo ante el juicio caprichoso de semejante monstruosidad.
Saquen sus conclusiones. El punto de todo esto es ver que la religión es una máscara de seguridad. Ahora bien, me preguntarán: ¿qué hay de malo con pretender seguridad y estabilidad? Nada, absolutamente nada, al contrario. Sin embargo, una cosa es enfrentar y superar las inseguridades y otra muy diferente es negarlas. La religión es una negación de la inseguridad tan nautral y necesaria en los hombres. Y es tan fácil de ver... una vez que  le ha atribuído todo a dios, la persona religiosa puede prescindir de la razón. Y sin razón, ningún problema puede ser resuelto, y sin duda es más fácil echar el problema bajo la alfombra (dios) que hacerle frente y resolverlo.
Todos sufrimos de inseguridades, nadie se salva. Yo tengo muchísimas al igual que ustedes amables lectores, pero sin duda los más inseguros de todos son los religiosos. Dudan tanto de lo que creen (manifestándose, paradójicamente, en una absoluta negación a cuestionar sus creencias) que les es impensable siquiera considerar que alguna de las otras religiones del planeta pueda tener un hálito de razón, ya ni sie diga de los ateos. Tienen tanto miedo de pensar que, para evitarlo, bloquean todos los estímulos que a ello pudieran empujarles: sectarizan la sociedad. Pero lo más peligroso es que, siendo personas moral y espiritualmente incompetentes, empiezan a generar una envida terrible y corrosiva tan adentro y subconciente que nunca se atreverán a aceptarla en su interior... envidia por los que no son como ellos, por los que pueden aspirar a una seguridad sin dogmas, a una estabilidad sin muletas religiosas, a un amor a la vida sin dios,a una aceptación y consiguiente realización personal y colectiva dentro de la realidad finita del mundo, y esa envidia se empieza a convertir en odio. Cualquier persona fuera de su secta es una latente amenaza para su inestable esfera de cristal. Cualquier persona que se atreva a imaginar, a ser creativa, a dudar, a respirar es un infiel, una lacra indeseable, una luz brillante de peligro que debe ser sofocada por las tinieblas interminables del fanatismo.
Entonces la religión, la intolerancia y el odio han ido siempre de la mano: el odio a las otras religiones, el odio al arte, el odio al sexo, el odio al amor verdadero, el odio al triunfo, el odio a la riqueza (material y espiritual), el odio a la creatividad, el odio a los homosexuales, el odio a otras razas (en E.U. hay una secta llamada Christian Identity que sostiene que solo el hombre blanco puede aspirar a la gracia de dios, mientras que el resto de las razas ni siquiera tienen alma),  el odio al intercambio cultural, el odio a la intelectualidad, el odio a la ciencia que la desenmascara, el odio al cambio, el odio al progreso, el odio al mañana...el odio a la vida misma. 
Los invito a checar todas las religiones y sectas occidentales y muchas orientales (Islam, judaísmo, catolicismo, protestantismo, anabaptismo, cristianismo, mormonismo, testigos de jeohvá, evangelistas, etc) y verán que todas, absolutmente todas, están marcadas por la intolerancia ciega y estúpida. Unos a éstos, éstos a aquellos, y todos contra todos, hasta con los que ni la deben ni la temen. Al final del día, nadie tiene la razón (esa palabra no es algo que realmente les importe) y que se jodan todos, ¿no?
Una vez más, no. Lo que podemos hacer los demás, los que vemos con los ojos de la razón, es hablar, hablar y hablar hasta que nos escuchen. Seguramente ya no convenceremos a nadie arraigado en una religión, es difícil, muy difícil hacer que alguien acepte algo racionalmente cuando ha aprendido lo contrario irracionalmente. Pero, cuando nazcan sus hijos, podemos aegurarnos de que aprendan la apuesta de Smith además de la de Pascal, y que ellos decidan. El alma del hombre pensante triunfará al final, cuando logremos que enseñar cuaqluier religión como dogma a todo niño menor de 10 años sea visto como el crimen a la humanidad que es...
Y que nuestros hijos miren atrás y juzguen por si mismos: la religión genera odio, sectarismo y división. El ateismo, al ser una forma de humildad natural, une, construye puentes y derriba murallas.

Por un mundo sin religión...

1 comentario:

Anónimo dijo...

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