I.- DIOS
Incontables veces a lo largo de mi vida se me ha hecho la siguiente pregunta: ¿Crees en Dios?
Hay quien contestará que sí, hay quien no.
¿Yo? No puedo contestar. No porque represente un dilema o conflicto interno, ni por falta de conocimiento o simple pereza intelectual
(agnosticismo). No. Es simple y sencillamente porque la pregunta está mal planteada.
Supongamos el siguiente caso: Un "Católico" y un "Ateo". El primero expondrá su postura, tratando de explicar la existencia de un dios de tales o cuales características. El segudno expondrá su postura, negando la existencia de tal dios. Si nuestra discusión imaginaria transcurre de manera armónica, la conlcusión a la que se llegará seguramente es la siguiente: Ni yo puedo comprobar su existencia ni tú puedes comprobar su no-existencia.
Pues bien, ambas posturas están equivocadas.
Primero, el ateo.
El ateismo, eni mi opinión, es una postura religiosa y por lo tanto tan absurda como cualquier otra. Es religiosa por la simple razón de que construye un apelativo de identidad en base al concepto dios, aunque sea negándolo. Y hablando de la negación... todo áquel que haya estudiado la más báscia embarrada de lógica aristoteliana recordará que la idea de negación (a-teo, no-dios) implica, paradójicamente, la aceptación de tal. Es decir, no puede negarse algo que no es. El ateismo entonces es una postura falaz, pues al negar el concepto en el cual cree no creer, está al mismo tiempo aceptando su factibilidad. Ésta postura sí suele ser un caso de conflicto interno.
Segundo, el católico... Ni siquiera me molestaré en comentarlo, por las siguientes razones:
1.- Seguramente todo aquél que lea ésto está familiarizado con la fé católica y,
2.- No hay nada que discutir.
¿A qué me refiero con ésto? Es muy sencillo, y no, no es intolerancia.
Una vez aclarado que el ateísmo también es una postura religiosa, y el agnosticismo una "doctrina" apologista de la ignorancia; seguramente estaremos de acuerdo en lo siguiente: Tanto el católico como el ateo están aceptando la existencia de cierto tipo de "cosas" que están más allá de su entendimiento y por lo tanto no son sujetos a comprobación. Ésta afirmación es igualmente errónea, y es precisamente en ella donde radica la pregunta mal planteada, pues, como veremos, no estamos aquí tratando con ningún concepto que esté más allá de lo humano:
1.- Dios, valga la redundancia, es un concepto humano. Redundancia porque todo concepto es humano (concepción), a menos que pueda comprobarse la existencia de otra especie capaz de generar concepciones cognoscitivas-racionales.
2.- Al hablar de algo más allá de, estamos implicando la existencia de otro de. Es decir: tal afirmación constituye al mismo tiempo una segunda, que es la existencia de cierto entendimiento, superior en éste caso. Pues bien, aquí tendré que ser repetitivo: El entiendimiento también es un concpeto humano, y por lo tanto exclusivo e inherente al hombre. Por lo tanto,
3.- No estamos ante ningún dilema realmente. El problema del concepto "dios" es su carencia de substancia de estudio. Es decir, no estamos hablando de algo remoto e incomprensible, sino de un concepto absurdo, absurdo por no poder ser planteamiento de ningún tipo de pensamiento, pues per sé, no constituye un punto de partida, porque no hay tal cosa de qué partir. El error empieza cuando construímos apelativos en base a tal cosa. Es, simple y sencillamente, absurdo.
Regresaré entonces a la primer pregunta: ¿Crees en Dios?
Respuesta: "Dios", al ser un concepto absurdo e inabarcable intelectualmente (insisto, no porque no "podamos ", si no porque no hay nada que entender) no es sujeto a ser creído.
Lo que tendría que pasar, para poder salir de todo este absurdo "paradigma de religiones" es replantear completamente la labor filosófica, pero ésta vez sin partir de conceptos absurdos como alma, dios, más allá... Debemos replantear nuestra concepción de nosotros mismos: No somos ninguna "creación divina" ni punta de lanza de la naturaleza. Somos un animal más dentro de un ecosistema, nos guste o no. Debemos aprender a ser críticos de nuestra propia existencia y entender, de una vez por todas, que podremos ser verdaderamente libres y humanos cuando aceptemos la gloria de la vida en su finitud.
Ahora bien, una idea que al parecer está muy de moda es la siguiente:
Para mí, Dios es la naturaleza.... NO! Error de nuevo, lo que me lleva al siguiente punto de hoy...
II.- NATURALEZA
Dios es la naturaleza... Por lo tanto, si hay algo que es la naturaleza, hay algo que no es la naturaleza.
Por ejemplo, ¿nunca han escuchado gente que dice que los homosexuales son antinaturales?
Mi pregunta sería entonces ¿y qué es la naturaleza? hmmmm supongamos una respuesta muy común:
"La naturaleza es todo aquello que está, una entidad que decide el transcurso de la vida en la tierra, el árbol, el río, la montaña... todo aquello que es origen de la vida misma y expresión del "orden" universal...mientras que lo antinatural es todo aquello corrompido, que no se encuentra en su estado original..."
Lo cual me lleva a concluir lo siguiente:
1.- El concepto que solemos tener de "naturaleza" está mal. La "naturaleza" es TODO. Es decir, todo aquello que existe forma parte de una misma realidad. No estamos tratando de una cierta "entidad" extraña creadora de nada, estamos hablando simplemente de una serie de circunstancias caóticas (para nada perfectas, como suele entenderse a la "naturaleza") que dieron origen a cierto sistema universal y, en nuestro caso, global.
2.- El concepto de "antinatural" en nuestra concepción es, por lo tanto, todo aquello que ha sido modificado por el hombre. Sólo por el hombre, pues no creo que nadie me diga que un hormiguero, que no es otra cosa que un agujero hecho por hormigas (modificación), es "antinatural".
El error, una vez más, radica en conceptos falaces; en tratar de atribuir a simples hechos medibles características racionales. Muy de moda está el "ecologismo", los principios de "ayudar" a la naturaleza en base a la no intervención...lo cual es, por cierto, una imposibilidad científica, empíricamente falso. Es el principio de la incertidumbre. Todo al ser medido es modificado...fundamento de la física cuántica... Pero el problema no es ese. El problema es nuestra arrogancia como especie, el creer que intervenimos, y si hablamos de intervención, implicamos que no pertenecemos a...
¿Cuándo podremos entender que nosotros somos parte del ecosistema, un animal más en la cadena alimenticia? ¿Entenderemos algún día que la mejor manera en la que podemos "ayudar a la naturaleza" es no destruyéndola?
Todo ésto nos ha llevado a entender mal los fundamentos de la evolución, de la supervivencia del más fuerte; pues creemos que es obra y obligación de la "naturaleza"...Señores, ¡nosotros somos la naturaleza! Mucho tiempo nos hemos planteado preguntas como ¿Qué soy, de dónde vengo, a dónde voy?...solemos creer que la "naturaleza" nos tiene deparada una cierta misión como especie...Permítanme aclarar porqué este punto está mal:
1.- Ejemplo: Los leones. ¿En qué radica la supervivencia del más fuerte? Los leones, al igual que el hombre, viven en comunidades. Es decir, para lograr cierto fin como especie, cooperan. Ahora bien, al no ser racionales, sus fines como especie son bastante más sencillos: alimentarse para sobrevivir. Y cuando un individuo de la manada es incapaz de participar en la obtención de éstos fines, es eliminado. La "naturaleza" entonces no tomó parte alguna, fue el león mismo el detector del más debil, aquél que es incompetente para sobrevivir.
2.- Los humanos, dentro de nuestra divina arrogancia, hemos luchado eternamente en contra de todo aquello que es inherente a nosotros. Nuestra insufrible necesidad de inventar falacias y negarnos como especie nos ha llevado a un punto de degeneración tal que se nos ha olvidado que también debemos eliminar a los más débiles, aquellos que nos impiden lograr la meta que, como especie racional, nos planteamos (es decir, sin necesidad de intervención de nada). Y por ésto mismo, en el caso del humano, la selección del más débil no es tan sencilla como en el caso del león. Todo dependerá de la meta que nos impongamos. Para aclarar éste punto, regresaré al ejemplo del homosexual:
a) Supongamos que la meta que nos planteamos como especie es la conservación cuantitativa de la misma (sé que es un ejemplo muy burdo, pero por el bien del argumento). En éste caso, el individuo fuerte sería aquél capaz de perpetrar la especie. Es decir, el homosexual, al ser incapaz de participar en la obtención de los fines impuestos a la especie, sería un sujeto débil y sujeto a eliminación. sin embargo, dudo mucho que sea éste el caso, pues uno de nuestros más graves problemas hoy día es la sobrepoblación, por lo que
b) Supongamos (y de preferencia logremos jajaja), que nuestra meta es la conservación cualitativa de la especie. Intentar dejar a los mejores, no por intolerancia sino por el inminente peligro de una catástrofe malthusiana (hemos abusado de la tierra a tal grado que es imposible tener recursos para todos, lo que nos llevaría a la extninsión), y por la intención de crear nuevas sociedades concientes, responsables y con identidad que puedan llevar al mundo entero a un nuevo esplendor; para lo cual lo necesario es inteligencia. Es decir, en éste caso, las consecuencias de la homosexualidad se vuelven irrelevantes. El individuo débil entonces sería aquél incapaz de participar en el cumplimiento de la meta, es decir, todo aquél discapaz de pensar ó apático ante la intelectualidad.
En fin, hasta aquí los pensamientos de hoy jajajaja.
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Hace 4 años