ESPACIOS EN 24 x SEGUNDO
El edificio como planteamiento de una posibilidad, la posibilidad de una concreción
Storyboard Cotidiano, Arq. Enrique Cedillo Navarro (aka. Dr. Acula), Octubre 2007
Louis Kahn, uno de los arquitectos que más admiro y más me han influido, dijo una vez una frase que usaré como leit motif de éste post:
"A great building must begin with the unmeasurable, must go through measurable means when it is being designed and in the end it must be unmeasurable"
Las imágenes que veían anteriormente son parte del Storyboard que hice hace ya más de 1 año, durante el proceso de diseño de College of Sophia. Así es, un Stroyboard. El proceso de diseño arquitectónico es una actividad de muchos matices, una red figurativa que abarca desde planteamientos matemáticos complejos hasta aspectos metafísicos, que son precisamente los que quiero tratar en esta ocasión. ¿A qué se refiere Kahn cuando nos habla de unmeasurble, lo inmedible?
Diseñar un edificio es muy similar, en espíritu, a filmar una película. Uno no hablaría, en ese sentido, de dimensiones prefabricadas de plafón en ésta etapa del proceso, sino de escenas. ¿Cómo sucede el primer contacto de la Srta. X con College of Sophia, qué siente, cómo reacciona? Queremos que camine de tal manera, que tenga que dar 5 o 6 vueltas, que la luz se le presente durante una determinada cantidad de tiempo en recorrido standard de un espacio público, que le de una lectura particular a una escalera, etc; para lograr cierto objetivo psicológico-espacial en la persona que, a diferencia de la película, no contempla, sino que vive el edificio. Ésto es, desde luego, unmeasurable; aunque se base en cosas tan objetivas como estudios de frecuencia de uso.
La arquitectura suele llegar a malos términos cuando se parte per se del objeto. El objeto es la respuesta, no la pregunta.
En alguna ocasión, me encontraba yo caminando por las calles de Salamanca, provincia de Castilla-León. Era tarde, algo así como las 10 pm. Fui a dar, en mi vagaje, a la parte trasera de la Catedral, obra imponente del gótico castellano y, estando yo algo molido, decidí sentarme a fumar un cigarro. En alguna callejuela cercana, que no pude identificar, un músico anónimo (estudiante, seguramente) tocaba los Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega. En lo alto de la Catedral, las aves entonaban su melancólica elegía; el murmullo de las tascas de los alrededores eran casi como un sueño. Las farolas iluminaban mi escena personal con una sutileza tal quen no podía uno evitar creer que eran antorchas; y la fría piedra de la catedral luchaba con la neblina para darme su mensaje. Existen en ésta plaza de ensueño, unos curiosos reflectores que iluminan el muro fronterizo de cierta propiedad adyacente, que hacen que la sombra de todo aquel que por ahí transite se magnifique; creando una bellísima metáfora. Así las cosas, la vi: en una de las bancas de la plaza, había una mujer sola, envuelta hasta las orejas para protegerse del frío. Inmaculadamente blanca, de mirada ausente, leía un libro de cuentos salamantinos. Era esta chica una cosa tan proclive al enamoramiento, que me impidió seguir mi camino durante unos minutos eternos.
La densidad del aire era perfecta, la musicalidad del espacio atinadísima, la luz intrigante, la piedra vivificada y la chica ésta su princesa no coronada. Ésto es, queridos lectores, la atmósfera espacial en cuestión; la plaza adquiere ese sentido metafísico al que yo aquí me refiero. Me gusta pensar, al diseñar espacios, que estoy planteando la posibilidad de esas escenas, planteando la posibilidad de una experiencia cinematográfica. Me gusta imaginarme que, en cierto espacio que diseño, alguien dará su primer beso o conocerá al amor de su vida. Ahí radica el arte, la poesía de la arquitectura. El cineasta debe ser eficiente contando una historia, el buen arquitecto debe ser capaz de colocarte en el ambiente propicio para contar tu propia historia. Somos, como bien dice Legorreta, hacedores de sueños.
Es entonces, y solo entonces, que se procede al aspecto medible, de pulgadas, resistencias y capacidades de carga. Todo ahí trabaja para materializar el panteamiento, para concretar algo que resulta a veces muy difícil poner en palabras, no se diga ya en dibujos; lograr poner en piedra un espacio en 24 x segundo. Todo debe considerarse, desde el tornillo que fija el reflector, hasta la banca donde se sienta la chica. Todo es posible en la arquitectura, si se sabe traducir.
Sillón Demiurgo, College of Sophia. Arq. Enrique Cedillo, 2007.
3 comentarios:
Es en verdad impresionante lo que hay detrás de una buena obra arquitectónica. Siempre he sido un amante del buen espacio, hay lugares que causan una sensación muy difícil de explicar; creo que detrás de ellos hay una gran filosofía como la que tú estás poniendo en práctica.
Creo que la arquitectura, en opinión popular, es algo bastante subvalorado. Cualquiera hoy en día se cree arquitecto sin tomar en cuenta el trasfondo que hace que un edificio sea una buena construcción.
Yo sé qué algún día publicarás un gran libro sobre arquitectura, de una vez te pido el favor de escribir el prólogo de tu libro.
Mi hermanita quiere ser arquitecta, te pido de favor que la guíes por el buen camino!
Mi estimado Chochi, cuente ud con el prólogo (ya ando efectivamente con mis primeros pininos de libro) y me dará mucho gusto poder participar en lo que sea posible en la formación de su hermana.
Vamp!
Me encantó! No manches, era una maldita ignorante y me abriste los ojos! La verdad carecía de punto de vista en cuanto a la arquitectura ... pero con esto ahora entiendo la arquitectura! o por lo menos una parte más... gracias a tus palabras empezaré a apreciar el ambiente que me rodea.
Quién sabe cuántas veces la arquitectura afectó o influyó en mi estado de ánimo y yo ahí ignorándola!
DISCULPAME!!! en serio una sincera disculpa de una ignorante, ex-subvaloradora amiga tuya que ahora buscará un por qué a cada forma, luz y ladrillito!
Un beso!
Norm
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