sábado, 27 de diciembre de 2008

Soy un disidente...

...en la más amplia ascepción de la palabra. 
Le declaro la guerra a mi tiempo. Le declaro la guerra al paradigma de pensamiento vigesimoprimo, a nuestros temores, a nuestras lastimeras ataduras. Le declaro la guerra a la izquierda, a la derecha y particularmente al centro. Le declaro la guerra a la cobardía. Le declaro la guerra a nuestra humanidad sintética. 

Soy un sensualista, un esteta. No hay estándard que pueda definirme, no hay situación ni apelativo para calificarme. Para mi no hay doctrina; no hubo principio ni habrá final. Yo soy el asesino de iconos, el destructor de todo principio que me ate a la falsedad. Soy el vengador de la idea de yo. Yo soy, y siempre voy a ser. Yo soy la imposibilidad, el planteamiento eterno: yo no soy más que una idea. Conóceme, yo soy el principo de la negación. Niégame, yo soy la incertidumbre. Le declaro la guerra a la estabilidad. 

Yo soy una silueta contra el sol, un susurro en el viento: yo soy el vagaje de un sistema, yo soy la caducidad de un acuerdo. Yo crezco para ser el final de la estática: quiero ser movimiento.

Le declaro la guerra a todo ídolo, a toda figura puntual de ideología. Yo quiero ver, amo los colores y las formas; declaro la guerra a la ceguera y la costumbre. Que mi vida sea el desmantelamiento del ethos. Soy la sombra de la libertad. Soy un terrorista, soy un incendiario. Soy un párrafo reconstruido, soy una revisión literaria, la versión final de una pintura. No existe para mi nada que no se diseque bajo el ojo de la belleza, soy un emisario del más implacable de los jueces, una aberración apolíneo-dionisiaca. 

Mi corazón es una bomba de tiempo, mi mente es un antídoto al veneno de la pluralidad. Yo soy genealógico, una certeza matemática: una fatalidad histórica. No existe para mi debilidad que valga, ni fortaleza que no sucumba. Mi pluma es geométrica y mi espada de luz. Detrás de mi, solo obscuridad y vacío. Solo el prinicipio de lo incierto. Quiero ser un poema.

Yo soy un hijo orgulloso del discurso sardónico. Crítica y alusión. Voluntad y reconstrucción. Yo soy el único vestigio viviente receptor del amor puro. Yo soy un coleccionista de besos. Yo soy el ilustrador del deseo. Yo soy una mirada al vacío, y los veo a ustedes. Yo soy la máquina de sentir, el analista de miradas. Yo soy el peligro desglosado. 

Yo no soy nadie más. Yo no soy el siglo veintiuno. 
Yo soy un arquitecto, un materializador de ideas.
Un constructor.
Un transformador de materia inservible.
Y ninguno de ustedes podrá olvidarme nunca. Yo soy el bombardero de las masas. 

1 comentario:

Rionz Algus dijo...

Espero, que cuando tenga que ayudar a estudiar historia a mis hijos, pueda decirles con orgullo; he ahí a un disidente, he ahí a uno de los que han llevado a nuestra sociedad al rumbo adecuado..

Mis mejores deseos para el nuevo año.

Saludos..