jueves, 5 de junio de 2008

La invasión de la Realidad

Este es un ensayo publicado en la revista Día 7, la autora es Ángela Vallvey (Ciudad Real, España, 1964). Me pareció extraordinario y decidí transcribirlo aquí, a ver que opninan...

La Imaginación ha muerto, y la Realidad (sea lo que sea eso) se ha coronado nueva reina indiscutible del mundo, ocupando el trono que no hace mucho le pertenecía a aquella.
Pero el final del Siglo XX exhaló las últimas provisiones de imaginación que nos quedaban tras dos Guerras Mundiales, una Guerra Fría y un nuevo mapa del orbe. Ya no tenemos ni una gota de ficción con que aliñar nuestro dudoso camino como especie. A partir de aqui la historia se contará con la apabullante sencillez y cercanía, la veracidad, de un video casero. Digamos adiós a los viejos archivos y legajos. La realidad es plana vista a través de una pequeña pantalla.
Después del 11-09-01 la única vía abierta de expresión histórica, artística y hasta científica que nos queda es el reality show. Se veía venir. Incluso antes de que Bin Laden se convirtiera en una pop-star universal -la más importante y cotizada del mass media, por cierto- ya estaba claro que la Realidad, como los malos de las películas de James Bond, empezaba a hacer sus tentativas de adueñarse del planeta.
Por ejemplo: la retransmisión en directo, vía satélite, del entierro de Lady Di fue un acontecimiento espectacular que sincronizó las miradas de la mayor parte de los habitantes de la Tierra, y por tanto un hecho infinitamente más decisivo en nuestras conciencias colectivas que la llegada del hombre a la Luna (que algunos todavía ponen en duda), el desmembramiento salvaje de Yugoslavia, la caída del muro de Berlín, la guerra de Irak, o la más reciente de Palestina.
Bin Laden consiguió con sus aviones lo que parecía imposible: superar en número de espectadores a la emisión del sepelio de la pobre Diana de Gales. Y de nuevo el dolor de las víctimas de las Torres Gemelas se exhibía en la primera fila del suceso, como lo hizo en los rostros de los dos niños huérfanos que abrían el cortejo fúnebre de aquella princesa joven, cornudam guapísima y un poco sosa.
Así que hemos de deducir que la Realidad está directamente emparentada con la aflicción, a la vez que ésta se relaciona inexcusablemente con los índices de audiencia, o sea, con la verdad canónica, con la historia.
Si se fijan un poco todo tiende a teñirse de Realidad cada vez más deprisa: los programas de la tele (la crónica de sucesos suele protagonizar los telediarios), las artes, con la pintura a la cabeza y sus últimas tendencias excrementicias (¿hay algo más obscenamente real que el detrito, que una simple caquita envasada?, como ya hizo en 1961 el "artista" Piero Manzoni poniendo a la venta 90 cajitas con dicho contenido y la denominación "Merda d'artista"), la creación literaria (el ensayo y la biografía están cada vez más en boga), el cine (los documentales vienen pisando fuerte en la pantalla grande, véase el caso de Michael Moore)...
En fin, la Imaginación ha sido definitivamente derrotada por la Realidad. Ahora sólo necesitamos que alguien nos explique qué demonios es la Realidad. Y, sobre todo, qué pretende.

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