No me voy a fumar una crónica de ninguna especie del pedazo de concierto que se aventaron estos bárbaros el sábado, el setlist ya todos lo vieron y bla bla bla. Solo diré que hace mucho no aplicaba el hardcore en un concierto como lo apliqué en este. No me arrepiento pero ni tantito del dineral que me gasté en los boletos, ni de haber llegado mil horas antes para estar hasta adelante, ni de haber salido empapado de cerveza, ni de haber dado y recibido golpes a granel, ni de haber respirado más mota que oxígeno, ni de seguir con la garganta destrozada en pleno lunes por la mañana. Por un día, por una noche brutal volví a tener 15 años y me encantó.
Metallica, una de mis bandas favoritas desde que era yo un pequeño mocoso. Metallica. Metallica. Wow. La impresión que me queda, queridos lectores, es el de un broche de oro, un cierre perfecto para una etapa de mi vida. But it's time to move on.
Cuando el concierto terminó ya era mi cumpleaños. Entré al Foro Sol con 23 y salí con 24. La noche anterior la había compartido con algunas de las personas más importantes en mi vida; personas con las que he crecido muchísimo y me han dado cosas invaluables, con mi niña y mi nuevo roomate. No puedo decir que faltó alguien, por el contrario, sobraron muchos; y me agrada cómo cada vez más el pasado desaparece de mi vida y solo queda el futuro por delante. Cada día que pasa me siento más ajeno a ciertas cosas, más hambriento de otras y eso me hace sentir muy bien. Mi vida está tomando un rumbo que amo y James, Lars, Kirk y Robert estuvieron ahí conmigo para celebrarlo.
Fuckin' Yeah.
Dr.Acula, over and out.