No es mi costumbre, apreciable lector, dedicarle ni un segundo de mi vida a obras del género literario más en voga, conocido como libros que leen los que no leen (ud sabe, El Código Da Vinci, Ángeles y Demonios, Harry Potter, La Historiadora...literatura de Sanborns en general). Sin embargo, este famoso Crepúsculo se la ha buscado.
Como algunos de ustedes sabrán, el vampiro es una de las figuras artísticas que más me gustan. Existen muchísimas obras geniales, desde la literatura hasta la música, que han tratado el tema con singular prominencia; pues es ésta una figura que tiene muchísimo de donde exprimirle, increiblemente poética y romántica. Y hablando de romance, existe una brecha gigantesca, abismal, inconmensurable, insondeable e inconcebible para el humano común que divide lo romántico de lo cursi. Esa brecha es lo que divide a las buenas obras de las malas, a los Byrons de los Benedettis, a Dracula de Crepúsculo.
Ésta obra (aclaro que no leí el libro, ni lo pienso leer, vi la película bajo presión y por lo que he escuchado le es muy fiel al original) resume todo lo que un vampiro no debería ser. En mis tiempos los vampiros éramos caballeros, hombres cabales, seductores y bien plantados, sin olvidar el lado obscuro, monstruoso, de misterio y peligro (ver Fig. 1). Hoy resulta que son pubertos de reality show que les da miedito salir de noche. Pfffff.
Fig 1. Ilustración del s. XIX que muestra al Dr. Acula en una de sus más brutales y frenéticas cacerías de solícitas doncellas.
Basta de introducciones, metámonos al tema, punto por punto:
1.- Para empezar, no hay historia; solo un pésimo intento de una escritora amateur por echarse un Romeo y Julieta.
2.- Suponiendo que hubiese tal historia, el tema del vampirismo es completamente irrelevante, mal armado, no logra en ningún momento fundirse con la esencia del relato, se mantiene como una imágen y jamás llega ni a rozar el significado. El chavito este bien pudo no haber sido un vampiro, solo un niñito maricón millonario, y la trama hubiera sido exactamente la misma.
3.- Los personajes son completamente vacíos, acartonados, inverosímiles, de nula profundidad, como algo salido de un ensayo de preparatoriano. Y hablando de preparatorianos...
4.- La manera más segura de perder mi respeto es ser un wey que ha tenido 19 años (o los que sean) los últimos 90 años de su vida (o los que sean, da igual) y seguir yendo a la prepa. No no no, de plano está mal, por donde quiera verse... ¡Lo que es no tener la menor idea de cómo construir una historia!. Lo peor es que al chavito este lo pintan de suuuper sensiiible weey (aaaaawww!) y suuuuper artíistico (aaaaaaawww!) y suuuuuper inteligente (aaaaaaawwww!). Pues yo me pregunto, ¿no se le habrá ocurrido algún día estudiar siquiera un diplomado de algo? Si yo fuera el, en vez de seguir yendo a la clase de química a ligar, ya tendría 35 doctorados Honoris Causa. Pero bueno, supongo que a este pobre niño desubicado nadie jamás le platicó que ya hay niños prodigio y educación nocturna, hablando de lo cual...
5.- En mis tiempos, cuando los vampiros éramos hombres (Fig 1), no podíamos exponernos a la luz del sol porque hubiera significado la más terrible y espantosa de las muertes calcinatorias, pero no en Crepúsculo. En este enfermizo mundito los vampiros no pueden salir al sol adivinen por qué....¡porque se les ve la piel de diamantitoooos! Awwwww, ¡osea que cute! (momento, voy a vomitar)
...BARF...
A mi no me engañan, eso no pudo haber salido de lugar alguno mas que de lo que irónicamente llamamos el cerebro de Paris Hilton. En fin.
6.- Hablando de fusiles, el vampirito este de los colmillos lijados es un lamentable intento de fusil del Louis du Pointe du Lac de Anne Rice, con la diferencia de que Louis tenía su razón de ser dentro de un contexto filosófico, mientras que este pobre solo es un vampiro medio joto que se alimenta de gatitos y cobayos. Pues si quieres un consejo del Dr. Acula, oh insoportable remedo de hijo de la noche, te sugiero que te alimentes de secuestradores y asesinos. Nadie los va a extrañar y todo mundo te lo va a agradecer, sin mencionar que te puedes ahorrar un lío gravísimo con PETA. Tanto en este punto como en el anterior, el vampiro pierde toda su esencia como figura literaria cuando eliminas los factores tragedia, drama, profundidad, miedo, etc. Terrible.
7.- ¿Una familia de vampiros jugando baseball un domingo por la tarde? No mamen, eso se lo creo al Conde Pátula, con la diferencia de que el era divertido. Pinches parientes incómodos, una absoluta vergüenza para la especie.
8.- Sigo sin poder explicarme cómo un hombre de mundo (como se supone debe ser un vampiro) puede enamorarse de una vieja gris, intrascendente, odiosa, antipática, insufrible y que todo el maldito día está de jeta. Pero bueno, supongo que este joven no es un hombre de mundo, ha estado muy ocupado haciendo prácticas de biología como para viajar. Nada más para que les quede claro: No, los vampiros no nos enamoramos de los emos.
9.- El mexicanísimo Conde Frankerhausen es bastante más temible e intimidante que los vampiros "malos" de esta historia. Escupo en su cara.
En fin, ya me enojé y corro el riesgo de vomitar de nuevo por lo que terminaré ya el post. Solo voy a añadir que, sin siquiera mencionar el resto de las disciplínas artísticas, no puedo creer que después de haber existido peliculones como el Dracula de Francis Ford Coppola y The Hunger de Scott (ambas una romantiquísima experiencia estética) alguien pueda tener la desvergüenza de hacer excecrables e indignas porquerías como Crepúsculo, pero ni modo, era históricamente inevitable. La generación MySpace también tenía que tener su historia de vampiros, y a la gente lo que se merece.
Knock Out.